- Como el Padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen.
- Porque el conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.
- Oh mi Cristo, de tu Sagrada Palabra, fluyen ríos de agua viva que nos bendicen,
- para dar de tu santo nombre testimonio.
- Oh Sumo Hacedor,
- has tocado lo más profundo de nuestro corazón.
- Y anhelamos ver tu eterno resplandor,
- para ser dignos de la celestial santificación.
- Oh Soberano Redentor,
- Tú te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz.
- Y no enseñaste el angosto camino de excelso amor,
- que nos guardará en la gloriosa plenitud.
- Oh Sumo Alfarero,
- nada, sino Tú, sustenta la fragilidad del digno vaso en el que me has convertido.
- Pero para perseverar hasta el día postrero,
- habré de seguir firmemente, oh Señor, tus sagrados pasos; con una gran deuda en mi alma, por haberte ofendido.
- Oh Cristo Jesús, el malhechor crucificado te dijo: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
- Entonces, oh gran Yo Soy, le respondiste: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
- Oh Rey de reyes, tu gloria se manifestará en los que seremos transformados en polvo, como parte de nuestro destino.
- Y nos regocijarenos fervientemente en tu eternidad, oh Altísimo Señor y Salvador Jesucristo.
- Paz de Cristo
sábado, 21 de agosto de 2021
SALMO 103:13,14 EN CRISTO
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