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miércoles, 3 de noviembre de 2021

LA APOSTASÍA IRRUMPE EN TU IGLESIA SOTERRADAMENTE, OH CRISTO

  • Oh mi Cristo, 
  • el maligno usa la ambigüedad para devaluar a tu amada Iglesia. 
  • Y necesitamos la espada, que de la Sagrada Palabra es el Espíritu, 
  • para que no nos aboque la impura seudoenseñanza a la séptica apostasía. 

  • Oh Alto Y Sublime, las nuevas versiones bíblicas, 
  • obvian la belleza del texto que da vida al corazón. 
  • Y es que, en su redacción emplean vulgares gramáticas,
  • que no obedecen a la espiritual edificación. 

  • Oh Sumo Hacedor, 
  • ¿está el influjo del diablo, con su mercantilismo bíblico, abocando al que cree en tu santo nombre a la perniciosa apostasía?
  • No dejes que irrumpa en tu alma, la impostura enseñanza del desamor.
  • Y busca el rostro del Omnipotente, en el texto bíblico de la Septuaginta.

  • La Biblia dice: Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe en Cristo Jesús. 
  • Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargűir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. 
  • Oh Rey de reyes, del mundo, Tú eres la luz;
  • y nos guardaremos en tu enseñanza Cristocéntrica.
  •  
  • Jesús, dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; y el que me ve, ve al que me envió.
  • Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. 
  • Oh Fiel y Verdadero, tu Sagrado Escrito, nuestra alma santificó;
  • porque nos ha ayudado a superar todas las pruebas.

  • Jesús, enseña: Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 
  • El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.
  • Oh Altísimo Señor Jesucristo, Tú nos das protección cada día, del obscurantismo moribundo;
  • y celosamente perseveramos en tu glorioso Evangelio. 

  • Jesús, asevera: He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. 
  • Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. 
  • Oh gran Yo Soy, nuestro alto refugio es tu excelsa diestra; porque sus misericordias son nuevas cada mañana.
  • Y únicamente, oh Señor, oímos tu voz; porque ovejas somos de tu prado.
  •                    Paz de Cristo 

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