- Oh Soberano Redentor,
- en la cruz del Calvario, tu gloriosa piedad nos redimió de nuestros pecaminosos errores.
- Y tan inconmensurable fue su amor,
- que nos bendijo con sus misericordias y favores.
- Oh mi Cristo,
- nuestros errores son un insulto a la inteligencia.
- Y son al Sagrado Escrito,
- la mayor ofensa a su magnificencia.
- Oh Santo de Israel,
- en tu ministerio público, nos enseñaste la sabiduría de lo alto.
- Y no es, sino consubstancial a la fe,
- para el que anhela ser santo.
- Oh Hijo del Hombre,
- resucitaste a muertos, convertiste el agua en vino, y paraste la tempestad.
- De todos los milagros que hiciste a la humanidad, ésta es una exigua parte;
- pero la máxima excelencia, oh Rey de la gloria, es creer en tu sagrada verdad.
- Oh Soberano Señor y Salvador Jesucristo,
- cuarenta días después de ser el primogénito de los muertos resucitado, subiste al cielo.
- Y el Rey de reyes, en que predicásemos su Evangelio de la gracia, un enfático pronunciamiento hizo:
- El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Inexorable es la aseveración del Padre Eterno.
- Paz de Cristo
lunes, 15 de noviembre de 2021
LOS ERRORES NOS ARRASTRAN AL ABISMO, OH CRISTO
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