- Oh mi Cristo,
- fue tu conmiseración por los perdidos, la que cambió la faz de la tierra.
- Y es que, al mundo le ofrendaste la esperanza de ser bendito,
- por la manifestación de tu gloria excelsa.
- Oh Sumo Alfarero,
- en tu sobrenatural rueda, moldeaste la santidad del alma.
- Tu luz admirable, oh Rey de reyes, es nuestro perfecto asidero,
- por ser la estrella resplandeciente de la mañana.
- Oh Cristo Redentor,
- los incrédulos tildan de cuento, tu inmolación en la cruz del Calvario.
- ¿Cabría pensar, de los que toman en vano al Todopoderoso Señor y Salvador Jesucristo, que ellos no darían su vida por amor?
- ¿Y qué a sus hijos los ajusticiarían, sin darles el privilegio del arrepentimiento en un humano santuario?
- Oh Santo de Israel,
- de tal perversión era la maldad del ser humano, que te manifestaste en carne para ofrendarles toda tu compasión.
- Y en el día aquel,
- te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz para darles salvación.
- Oh Soberano Salvador,
- porque Tú pones la vida y la vuelves a tomar, para que se cumplieran las Escrituras, al tercer día fue tu resurrección.
- Y para el que en tu majestuoso nombre creyó, ya no hubo más temor;
- porque, oh Señor, tus santos siervos, en vida o en muerte, serán de tu arrebatamiento a la sazón.
- Paz de Cristo
miércoles, 17 de noviembre de 2021
LA COMPASIÓN, ANTÍTESIS DE LA ALTIVEZ, OH CRISTO
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