- Como tú no sabes cual es el camino del viento, o cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.
- Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno.
- Oh mi Cristo, nuestro grandioso devenir está sujeto a tus bíblicas promesas;
- y por tu clemencia, oh Señor, siente benignidad nuestro atribulado pensamiento.
- Oh Santo de Israel,
- heraldos somos de tu Sagrada Palabra,
- y en su siembra espiritual nos concierne indubitablemente la fe.
- Y es que, oh Señor, tu sobrenatural presencia en lo más angosto del camino, es la radiante luz que nos alumbra.
- Oh Sumo Redentor,
- y te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz para darnos libertad.
- Y en las gloriosas profundidades de tu amor,
- nos revelaste la santísima verdad.
- Oh Cordero inmolado,
- todo el universo observó estupefacto tu perfecto sacrificio.
- Pero porque eres el único Dios de lo creado,
- nunca dudaste en consumar tu excelsa obra, para que fuera propicia al que te escarneció sobremanera; léase: el hombre inicuo.
- Oh Sumo Alfarero,
- en nuestro desdén e indiferencia, se muestra la veleidad que hace infructuoso moldear un endurecido corazón.
- Pero en el día postrero,
- oh Rey de reyes, por gracia, tus verdaderos siervos traspasaremos el umbral de la eterna salvación.
- Paz de Cristo
lunes, 6 de septiembre de 2021
ECLESIASTÉS 11:5,6 EN CRISTO
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