- Oh mi Cristo,
- en la más absoluta desobediencia nos sume el sometimiento a lo carnal.
- Y únicamente el poder del Santo Espíritu,
- nos guardará de la disoluta obscenidad ancestral.
- Oh Cordero inmolado, en el execrable sacrificio de la cruz del Calvario,
- derramaste tu preciosa sangre, para redimir el infame pecado de toda la humanidad.
- Porque en tu eterno y glorioso santuario,
- es de donde emana la majestuosa e inmarcesible verdad.
- Oh gran Dios,
- Tú mismo fuiste el que te manifestaste en carne.
- Y es que, con tu doctrina de Unicidad quisiste probar a los que iban a ser tus siervos consagrados;
- porque, oh Señor, únicamente de tu Iglesia arrebatada se postularía el discípulo obediente.
- Oh Santo de Israel,
- en el desierto fuiste tentado por Satanás.
- Pero no fueron obstáculo, en los cuarenta días de ayuno, el hambre y la sed;
- para decirle al diablo: Vete, porque escrito está: al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.
- Oh Cristo Jesús,
- bienaventurado es el pobre en espíritu.
- Y este probo e incorruptible heraldo, anhela vivir en tu inaccesible luz;
- porque en ella verá la gloriosa faz del Todopoderoso Señor y Salvador Jesucristo.
- Paz de Cristo
viernes, 26 de agosto de 2022
LA CONCUPISCENCiA ES LA ANTESALA DEL PECADO, OH CRISTO
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