- Oh mi Cristo,
- la obsolescencia del ser humano tiene el mayor antídoto que es la fe.
- Cuando tú ya no tienes respuestas, es el Santo Espíritu,
- el que te da el conocimiento de la verdad celestial que el mundo no ve.
- Oh Fiel y Verdadero,
- en tu presencia no ha lugar la vanidad.
- Y en el Espíritu, oh Altísimo Cristo, te vemos colgado del madero,
- pagando con tu vida nuestra abyecta necedad.
- Oh Cordero inmolado,
- en tu crucifixión, pusiste por inconmensurable obra la gloriosa paz.
- Nos enseñaste la santa virtud del bienaventurado,
- oh Rey de reyes, que nadie, sino Tú ha podido al mundo dar.
- Oh Hijo del Hombre,
- en la Cruz, verbalizaste: Padre, perdonalos, porque no saben lo que hacen.
- Y por amor de tu majestuoso nombre,
- abriste la puerta de la gloria a los que para siempre viven.
- Oh Cristo Jesús,
- con tu resurrección,
- a la ancestral obscuridad le diste el universal resplandor de tu admirable luz,
- para que al siervo que no pone límites a su fe, le sea de eterna bendición.
- Paz de Cristo
martes, 23 de agosto de 2022
LA FE NO TIENE LIMITES EN CRISTO
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