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martes, 9 de agosto de 2022

LA CONVICCIÓN DE PECADO ME LLEVÓ A TUS SANTÍSIMOS PIES, OH CRISTO

  • Oh mi Cristo, 
  • sí, contigo dimos visibilidad al pernicioso pecado.
  • Y ya se nos redargüía el alma cuando contristábamos al Santo Espíritu;
  • porque anunciabas, oh Señor, las buenas nuevas a todo el que se dispuso a ser bienaventurado.

  • Oh Cristo Jesús, 
  • tus preceptos bíblicos nos rayeron la obscura perversión de seguir mendigando al maligno.
  • Y al fin vimos la majestuosa luz,
  • que es sagrada provisión del Altísimo. 
  •  
  • Oh Sumo Redentor, 
  • tus buenas nuevas de salvación eterna, son las que redarguyeron la malignidad de la tierra.
  • Y es que, en tu inmolación del Calvario se produjo el glorioso acto de inconmensurable amor,
  • que inmerecidamente nos ofrendó tu excelsa diestra.

  • Oh Santo de Israel, 
  • ninguno de los pasajes de la Escritura Sagrada será de revelación, 
  • sino vienen precedidos por el don de la fe;
  • y darán forma a lo irreverente, de una falsaria regeneración. 

  • Oh gran Yo Soy,
  • en tu santo nombre, toda alma se puede gloriar.
  • Pero para que asevere el Eterno: En el paraíso conmigo estarás hoy;
  • a Él primero has de amar.
  •                 Paz de Cristo 

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