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lunes, 15 de agosto de 2022

SANA LA AFLICCIÓN DEL ALMA HUMANA CON TU EXCELSO AMOR, OH CRISTO

  • Oh mi Cristo, 
  • tus auténticos siervos hemos de poner por obra nuestra esplendorosa piedad en la pagana  perversión del alma perdida. 
  • Y ha de ser la presencia del Santo Espíritu, 
  • restaurando con la espada de dos filos la execrable e inmunda herida.

  • Oh Santo de Israel, 
  • por tu santísima llaga fuimos espiritualmente curados. 
  • Pero por falta de fe,
  • no nos rendimos a tus pies, hasta que tus heridas de muerte no las palparon nuestras temblorosas e infectas manos.

  • Sí, porque a todos los cobardes les da miedo enfrentarse a la chusma de inicuos que hacen escarnio del Todopoderoso Señor Jesucristo. 
  • El abyecto fariseo anuncia el nombre de Dios en vano.
  • Pero será la Sagrada Palabra, y no el impostor, la que en el día postrero hará a todos el final juicio;
  • y allí será el lloro y el crujir de dientes, para el vil profano.

  • Oh Hijo del Hombre, 
  • Tú desde el cielo ves las acciones perniciosas y adulteradas por la in solemnidad del anticristo. 
  • Y es, oh Rey de la gloria, en tu majestuoso nombre, 
  • que ha de ser raída completamente, toda sórdida obscuridad del que publica lo proscrito.

  • Oh Cordero inmolado, 
  • Tú nos has amado con amor eterno.
  • Y nadie puede manchar, oh Cristo Jesús, lo que Tú has santificado;
  • porque en el sacrificio de la cruz del Calvario, nos diste tu excelso amor con celestial e inconmensurable celo. 
  •                 Paz de Cristo 

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