- Oh mi Cristo,
- inescrutable es el designio de tu gloriosa voluntad.
- Pero únicamente es el Santo Espíritu,
- el que nos da la provisión inequívoca de la inconmensurable verdad.
- Oh Alto y Sublime,
- nunca seremos movidos por el impulso de las precarias fuerzas humanas.
- Y siempre nos regocijaremos en la Cristocéntrica certidumbre,
- elevando nuestro corazón a las decisiones santas.
- Oh Santo de Israel,
- guardaremos con celo tus bíblicos mandamientos.
- Y así sabremos que estamos meridianamente concernidos en la sobrenatural fe,
- que es la que da fidelidad a nuestros pronunciamientos.
- Oh Cristo Redentor,
- en tu ajusticiamiento en la cruz del Calvario, resplandeció hasta el extremo del universo tu excelsa piedad.
- Y en mi mirada, oh Rey de la gloria, permanece el reflejo de tu incomparable amor,
- que es la esencia de la verdad.
- Oh Soberano Señor y Salvador Jesucristo,
- nada habremos hecho por santificar nuestra alma; si no nos hemos negado a nosotros mismos.
- Y es que, de gracia recibimos del Santo Espíritu;
- y los únicos que podemos dar de gracia, somos tus santos hijos.
- Paz de Cristo
domingo, 10 de abril de 2022
DE LO RECIBIDO DE GRACIA, DAD DE GRACIA EN CRISTO
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