- Oh mi Cristo,
- tus obras no son de la carne,
- sino del Espíritu;
- porque en su gracia, la tiniebla no prevalece.
- Oh Cristo Redentor,
- tu preciosa sangre derramada en la cruz de Calvario, me concernió de pureza áurea.
- Y acrisolado por tu excelso amor,
- hasta el extremo se santificó mi alma.
- Oh Cristo Jesús,
- presérvame de la infecta aflicción.
- Y que sea tu majestuosa luz,
- la que vivifique atemporalmente mi corazón.
- Oh Hijo de Hombre,
- no existe heredad más excelsa,
- que tu glorioso nombre;
- porque no hay otro nombre dado a los hombres, que nos galardone con la vida eterna.
- Oh Alfa y Omega,
- tu radiante luz,
- es de los abismos lumbrera;
- porque manifiesta su gloria de universal plenitud.
- Paz de Cristo
sábado, 17 de septiembre de 2022
DE TU HEREDAD HABLA CRISTO
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