- Oh mi Cristo,
- la semilla parte de la gloriosa providencia.
- Y sembrada por el Santo Espíritu,
- da un fruto de excelencia.
- Oh Santo de Israel,
- son tus genuinos siervos los que conforman tu prodigiosa semilla.
- Y es que, el don de la fe,
- les vivifica en la transcendente prueba, oh Señor, para dar el fruto perfecto del que a tus santísimos pies se humilla.
- Oh Cordero inmolado,
- en el sacrificio de la cruz del Calvario, nos diste el fruto excelso de tu sobrenatural semilla.
- Y el que creyó en tu majestuoso nombre fue santificado,
- para dar testimonio de las buenas nuevas de salvación eterna.
- Oh Cristo Jesús,
- tus milagros son el fruto de gloria en la impiedad del desierto.
- Y en la siniestra obscuridad fue manifiesta su inaccesible luz;
- porque hizo de facto los milagros, el Rey de reyes y Señor de señores, único y verdadero Dios que bajó del cielo.
- Oh Sumo Alfarero,
- Tú puedes hacer del impío más abyecto,
- un radiante vaso nuevo;
- para que su sazonado fruto, sirva a la disoluta humanidad de grandioso ejemplo.
- Paz de Cristo
jueves, 15 de septiembre de 2022
TÚ DARÁS FRUTO EN EL YERMO DESIERTO, SI PERMANECES EN CRISTO
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