- Oh mi Cristo,
- muéstrame tu eterna y gloriosa luz.
- No me separes nunca de tu Santo Espíritu,
- porque solo en su verdadero gozo hay plenitud.
- Oh Alto y Sublime,
- anhelo discurrir por tu huella sagrada.
- Porque es su radiante luz la que prevalece,
- sobre el alma al abismo sentenciada.
- Oh Sumo Alfarero,
- vasos de honra y de deshonra han salido de tu bendita rueda.
- Pero será en el día postrero,
- cuando pesarás sus corazones, para galardonar al que con quebrantamiento de espíritu superó la más sórdida prueba.
- Oh Cordero inmolado,
- tu ajusticiamiento en la cruz del Calvario, definió al connverso y al profano.
- Y es que, no otro espíritu, sino el del siervo bienaventurado,
- asumió hasta en el escarnio y vituperio de su muerte, la séptica vida del que fingió ser un genuino hermano.
- Oh Todopoderoso Señor y Salvador Jesucristo,
- gracia sobre gracia has dado a mi vida.
- Y toda tiniebla se desvanecerá al predicar tu Sagrado Escrito,
- para que a tus santísimos pies se arrepienta, oh Rey de la gloria, el alma perdida.
- Paz de Cristo
martes, 20 de septiembre de 2022
TU MAJESTUOSA LUZ PREVALECERÁ SIEMPRE SOBRE LAS TINIEBLAS, OH CRISTO
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