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lunes, 19 de septiembre de 2022

EN LA TENEBROSA TORMENTA ME DAS ALAS ESPIRITUALES, OH CRISTO

  • Oh mi Cristo, 
  • en la letal obscuridad se manifiesta tu gloria.
  • Porque no es otra la que gobierna mi espíritu, 
  • sino tu santísima presencia.

  • Oh Hijo del Hombre, 
  • nunca el que es pusilánime, testificará en tu sagrada memoria. 
  • Y es que, en la invocación de tu majestuoso nombre,
  • oh Rey de reyes, se nos es concernida la eterna victoria. 

  • Oh Santo de Israel, 
  • la estruendosa tempestad, presagiaba que la borda del barco iba a ser el precipicio de nuestra efímera vida.
  • Oh Eterno, aumenta nuestra precaria fe;
  • para que sea nuestra existencia, por tu excelsa diestra bendecida. 

  • Oh Cordero inmolado, 
  • la chusma envilecida laceró tu bendito cuerpo hasta la muerte, y muerte de cruz.
  • Y no daban crédito en la tierra, oh Rey de la gloria, que de facto te manifestaras en carne, para ser un siervo  bienaventurado;
  • y que pusieras tu vida, y la volvieras a tomar, en el eterno santuario de  inaccesible luz.

  • Oh Alfa y Omega. 
  • nada es obstáculo para tus grandiosos milagros. 
  • Y es en la pavorosa tormenta, 
  • donde la tempestad obedece al mandato sobrenatural de tus excelsos labios.
  •                  Paz de Cristo 

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