- Oh mi Cristo,
- la pureza de tu testimonio, nos permite saber nuestro grado de espiritualidad.
- Y siempre obedecerá en demérito,
- del que inopinadamente se ve envuelto en la séptica obscenidad.
- Oh Santo de Israel,
- existe una línea muy fina, que te deriva al abismo.
- Y es que, oh Señor, el que te es infiel,
- hace desdén de su arrepentimiento en el Lugar Santísimo.
- Oh Cordero inmolado,
- huelga toda apostasía,
- del que ha conocido la muerte, sepultura y resurrección del Cristo crucificado;
- porque se traduce en una sordidez ilimitada, de impostura e hipocresía.
- Oh Rey de reyes,
- tu Sagrada Palabra es como toda espada de dos filos, que nos somete con la profundidad de su incisión, a renovar exponencialmente nuestro espíritu.
- Porque nadie ha hecho méritos, par adueñarse de los gloriosos bienes,
- que son de la absoluta propiedad del Soberano Señor Altísimo.
- Oh Omnipotente Señor Jesucristo,
- Tú siendo el Rey de la gloria, te hiciste el mayor siervo.
- Y la corona y el báculo lo dejaste en tu eterno santuario,
- para darnos a conocer, la obediencia del que se humilló hasta la muerte. Y fue al tercer día el primogénito de los muertos resucitado. ¡El que vive por los siglos, y estuvo muerto!
- Paz de Cristo
martes, 6 de septiembre de 2022
EVITAD TODA INMUNDICIA DE VUESTRA VIDA EN CRISTO
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