- Oh mi Cristo,
- en tu santo nombre, tenemos la bienaventurada esperanza de ser salvos.
- Pero es la asechanza del maligno,
- la que nos genera la impostura, para someternos y hacernos de él esclavos.
- Oh Santo de Israel,
- Tú viniste a anunciarnos las buenas nuevas de salvación eterna.
- Pero desestimamos el don de la fe,
- y nos revestimos de la sórdida inmundicia.
- Oh Hijo del Hombre,
- traspasar la puerta angosta, conlleva una extrema dificultad.
- Y es que, nuestra salvación nos vendrá dada, oh Señor, por la persistente invocación de tu majestuoso nombre,
- que requiere estar concernidos en la absoluta obediencia a la santísima verdad.
- Oh Cordero inmolado,
- Tú nos enseñaste la piadosa humillación hasta la muerte, y muerte de cruz.
- Redentora fue tu misión, para apartar al impío de su obsceno pecado;
- porque en el obscurantismo, nunca vio luz.
- Oh Alfa y Omega,
- desde tu glorioso santuario, no hubo impedimento para darnos eterna salvación.
- Pero en el celoso cumplimiento de la Sagrada Escritura,
- perseverará hasta el fin, un contrito y humillado corazón.
- Paz de Cristo
sábado, 3 de septiembre de 2022
TU SALVACIÓN, SOBRENATURAL GRACIA EN CRISTO
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