- Oh mi Cristo,
- solo los que participan de tu gloria, tienen el reconocimiento de ser tus verdaderos siervos.
- Y guiados por el Santo Espíritu,
- nada será impedimento para que les sean revelados los celestiales misterios.
- Oh Cristo Redentor,
- Tú te negaste a ti mismo, despojándote de la corona y el báculo regios.
- Oh Cordero inmolado, diste tu vida para redención del pecador;
- no teniendo en cuenta tus sagrados privilegios.
- Oh Santo de Israel,
- la incredulidad de tus propios discípulos, les llevó a tener que palpar tu santísima llaga; y las heridas de manos y pies que los clavos traspasaron, colgado en el madero.
- Y les recriminaste, oh Señor, su falta de fe;
- al tener las dudas infundadas de que Tú seguías siendo el único Dios verdadero.
- Oh Alfa y Omega,
- Tú eres el primero y el último, el principio y el fin.
- Heraldos somos de tu Palabra profética,
- para darla a conocer hasta el más recóndito confín.
- Paz de Cristo
sábado, 24 de septiembre de 2022
EL QUE SIGUE TUS PISADAS NO SE PERDERÁ, OH CRISTO
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