- Oh mi Cristo,
- cuando perdonamos en tu santo nombre, restañamos la séptica herida espiritual.
- Pero tan grandiosa gracia viene dada por el Santo Espíritu,
- que nos redime y justifica del pernicioso mal.
- Oh Cristo Redentor,
- sabemos que el causante de toda inmundicia es el diablo.
- Fervientes gracias te damos, oh Cordero inmolado, por derramar tu preciosa sangre en la cruz del Calvario, redimiendo a toda la humanidad con tu excelso amor;
- para que el que se arrepintiere de sus pecados, en el día postrero pudiere ser salvo.
- Oh Cristo Jesús,
- el maligno sembró la semilla, que produjo en el ser humano una raíz de amargura.
- Y fue tu manifestación en carne, oh Señor, la que nos sacó de las tinieblas, para revestirnos de admirable luz;
- y ser en su majestuoso nombre, una nueva criatura.
- Oh Omnipotente Señor,
- Tú te despojaste de tu regio trono celestial, para dar cumplimiento a la perfecta obra de la cruz del Calvario, en la que con tu muerte venciste al imperio de la muerte.
- Oh Todopoderoso Salvador,
- nada fue impedimento en tu muerte, sepultura y resurrección; porque Tú pusiste tu vida, y al tercer día resucitaste.
- Jesús, dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
- El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
- Oh Santo de Israel, la intromisión en la senda ancha es fatua; sea en nosotros la sabiduría de lo alto, andando por la intempestiva angostura;
- porque el que anduviere por ella, será en el día del fin glorificado.
- Paz de Cristo
jueves, 15 de septiembre de 2022
EL AMOR HA DE PRECEDER SIEMPRE AL PERDÓN, OH CRISTO
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