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jueves, 1 de septiembre de 2022

EL SER HUMANO SE REGOCIJA EN SU SÉPTICA VANIDAD; SIN EMBARGO, TÚ RESTASTE IMPORTANCIA A TUS SOBRENATURALES MILAGROS, OH CRISTO

  • Oh mi Cristo, 
  • los vivíficos latidos del corazón, muestran audiblemente el milagro de tu magistral obra: el ser humano.
  • Y aún el que no cree en tu majestuoso nombre, obvia, oh Señor, la grandiosidad del universo,
  • que has creado Tú, oh Santo. 

  • Jesús, dijo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. 
  • De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere lleva mucho fruto.
  • El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. 
  • Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará. 
  • Oh Altísimo Cristo,  
  • ninguno de sus méritos al ser humano para ser salvo le respaldará.
  • Es tu preciosa sangre derramada en la cruz del Calvario, oh Rey de reyes, la que por gracia nos salvará.

  • Jesús, enseña: Aún por un  poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va. 
  • Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. 
  • Oh Alfa y Omega, 
  • nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, y potencialmente permeable a la eterna plenitud.

  • Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; y el que me ve, ve al que me envió. 
  • Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.
  • El que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.
  • El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. 
  • Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir. 
  • Yo sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo habló, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.
  • Oh Cristo Redentor, 
  • Tú sacrificio en la cruz del Calvario, lo hiciste con excelso amor para redención de todas las almas pecadoras.
  • Y nunca, oh Cristo Jesús, tu olor fragante  se hizo manifiesto para tanto espíritu moribundo.
  • Y es que, tuviste que ser  colgado de un madero,
  •  para a la humanidad redimir; y reconciliar con el Padre a todo humano vil,
  • y hasta el extremo corrupto.

  • Jesús, constata: Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy.
  • Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. 
  • Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. 
  • De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.
  • Oh Sumo Hacedor, un día para ti son mil años, y mil años son un día, como el de hoy.
  • Sed con la Sagrada Palabra celosos, y de ello nunca desistáis;
  • porque de vosotros será salvo, el que en mi santo nombre creyó. 
  •                 Paz de Cristo 

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