- Oh mi Cristo,
- Sí, porque creer en tu santo nombre, es el más grandioso honor de nuestra vida.
- ¿Pero cuál es la medida de fe en tu espíritu?
- ¿Ha sido realmente tu alma santificada y bendecida?
- Oh Cristo Redentor,
- tu humillación hasta la muerte, y muerte de cruz, ha de libertarnos en nuestro piadoso vivir.
- Y es que, oh Rey de la gloria, revestidos de tu excelso amor,
- hemos de perseverar hasta el fin.
- Oh Santo de Israel,
- rae de mi alma el inicuo pensamiento.
- Y lava con tu majestuosa sangre mi ser,
- para que en el corazón quebrantado, haya un genuino arrepentimiento.
- Oh Sumo Alfarero,
- has moldeado de nuevo con tus santísimas manos, a los vasos que pendían del abismo, y que creyeron en tu glorioso nombre.
- Sin embargo, será en el día postrero,
- cuando la sagrada balanza pesará la fidelidad profesada al Hijo del Hombre.
- Oh Cristo Jesús,
- apenas nuestros pies han superado el primer peldaño de la escalera que nos ha de subir al cielo.
- Y para superar su angostura, necesitaremos insoslayablemente erradicar la vanidad, oh Señor, gloriándonos en tu admirable luz;
- porque guardada en tu excelsa diestra ha de estar nuestra alma, para recibir el sobrenatural sustento.
- Paz de Cristo
jueves, 8 de septiembre de 2022
ERRADICA EL ULTIMO SIGNO DE VANIDAD, Y HABRÁS CREÍDO EN CRISTO
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario