- Oh mi Cristo,
- denota una gran irreverencia, pensar que en nuestra mente terrenal cabe tu glorioso pensamiento.
- Y es que, a toda verdad nos lleva el Santo Espíritu;
- pero siempre con el beneplácito del firmamento.
- Oh Santo de Israel,
- Tú eres el que das vida a nuestros sucintos pasos.
- Y nos has provisto de fe,
- porque la gran mayoría son arbitrarios.
- Oh Cristo Redentor,
- es irrefutable que tu abominable sacrificio en la cruz del Calvario, a una parte de esta indiferente humanidad la conmovió.
- Necesitados estábamos, oh Rey de reyes, de tu excelso amor;
- y el exultante latido de nuestro corazón nos lo confirmó.
- Oh Cristo Jesús,
- tus genuinos heraldos testificaremos hasta lo último de la tierra, en tu majestuoso nombre.
- Y seguiremos tu sagrada senda de luz,
- oh Hijo del Hombre.
- Oh Fiel y Verdadero,
- en tu manifestación de gloria confiaremos hasta el último suspiro de nuestra existencia.
- Porque sabemos que en el día postrero,
- nuestro piadoso corazón recibirá de gracia tu eterna presencia.
- Paz de Cristo
martes, 20 de septiembre de 2022
SÉ AFÍN A LA MENTE DE CRISTO
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