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martes, 4 de octubre de 2022

LAS LACERACIONES DEL ALMA SON DEL MALIGNO, OH CRISTO

  • Oh mi Cristo, 
  • las tenebrosas incursiones del diablo son recurrentes en tus dignos siervos. 
  • Orad y velad en el Espíritu, 
  • para estar asidos a los bíblicos cimientos.

  • Oh Alto y Sublime, 
  • la letal tempestad es un silbo apacible en tu presencia. 
  • Y ante lo que es imposible,
  •  oh Señor, perseveraré en la celestial excelencia.

  • Oh Cristo Jesús, 
  • la mayor bendición fue palpar tu llaga.
  • Y tal fue la universal reverberación de tu admirable luz, 
  • que nunca hubo adoración tan bella.

  • Oh Sumo Alfarero, 
  • ¿hubo algún vaso qué no se quebrantó en tu sobrenatural  rueda?
  • Y es que, al interiorizar el llamado del cielo,
  • toda rodilla se tornó genuflexa.

  • Oh Sumo Redentor, 
  • los siervos que creemos en tu glorioso nombre, de la gracia recibida de tu preciosa sangre, hemos dado con grandioso celo tu majestuosa gracia.
  • Y es porque excede de todo conocimiento tu excelso amor;
  • y al redimir y justificar con tu santísimo perdonó, oh Rey de la gloría, las laceraciones del sórdido pecado, a tus sagrado pies se rindió mi alma.
  •                 Paz de Cristo 

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