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viernes, 14 de octubre de 2022

TODO ALTAR SERÁ DE SALVACIÓN O DE CONDENACIÓN EN EL DÍA POSTRERO, OH CRISTO

  • Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; y el que me ve, ve al que me envió. 
  • Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.
  • Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo.
  • El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. 
  • Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. 
  • Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.
  • Oh mi Cristo, tu execrable sacrificio en la cruz del Calvario, con el Padre nos reconcilió;
  • y fue de redención para las pecadoras almas.
  • Pero el disoluto, que prosiguió por el camino sórdido y nauseabundo, 
  • será echado a perpetua confusión y vergüenza en  el pavoroso infierno.
  • Y las almas santas podrán morar,
  • por la eternidad en el paraíso.

  • Oh Santo de Israel, 
  • en tu ministerio público, pudimos ver un sinnúmero de prodigios. 
  • Extrañas circunstancias, a tus discípulos les llevaron a palpar tu gloriosa llaga para creer.
  • Tamaña incredulidad, oh Señor, es demostrativa de tus inescrutables designios.

  • Oh Hijo del Hombre, 
  • nada se puede reprochar, y menos hacer un juicio sumarísimo del que jamás tuvo pecado.
  • Pero no por otra vicisitud, sino por amor a su excelso nombre, 
  • el Alto y Sublime que habita la eternidad, se quiso presentar ante la abyecta humanidad como un Cordero inmolado.

  • Oh Cristo Redentor, 
  • en tu sacrificio voluntario en la cruz del Calvario, tuviste la inequívoca voluntad de dar a las hordas que te escarnecían tu majestuoso perdón.
  • Y el eco de tal respuesta, acrisoló el universo con un Cristocéntrico relámpago de amor, 
  • para sellar desde la eternidad y hasta la eternidad al bienaventurado corazón. 

  • Oh Cristo Jesús, 
  • con tu preciosa sangre derramada en la cruz del Calvario, hiciste el nuevo pacto de la gracia. 
  • Y a día de hoy, el mundo no ha interiorizado tan gloriosa plenitud;
  • porque su endurecida cerviz, oh Eterno, no se rinde a tus santísimos pies con el rostro postrado en tierra. 
  •                   Paz de Cristo 

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