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lunes, 23 de mayo de 2022

EL YERMO DESIERTO INTERIOR ME REVELARÁ TU SAGRADA VERDAD, OH CRISTO

  • Oh mi Cristo, 
  • nunca podré negarme a mí mismo, con una vida tan mundana en derredor.
  • Y habré de tener un sometimiento profundo al Sagrado Escrito, 
  • para que la perfecta santidad, sea el fruto Cristocéntrico del amor.

  • Oh Cristo Jesús, 
  • deshaz nuestro ancestral arraigo a la perniciosa incredulidad.
  • Y que sea tu majestuosa luz,
  • la que provea del candor celestial a la perversa obscuridad.

  • Oh Cristo Redentor,
  • tu inmolación en la cruz del Calvario, no ha revertido en nuestra más profunda e inexorable conversión. 
  • Sí, oh Rey de la gloria, tu preciosa sangre derramada con excelso amor; 
  • no ha traspasado, como espada de dos filos, al errático e irreverente corazón. 

  • Oh Santo de Israel, en tu ministerio público nos dijiste: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. 
  • Si me conocieseis, también al Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.
  • Oh Omnipotente Señor Jesucristo, Tú eres el primero y el último, el principio y el fin.
  • Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los  hombres, en el que podamos ser salvos.

  • Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; y el que me ve, ve al que me envió. 
  • Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. 
  • Oh Hijo del Hombre, el don de la fe, tu santo nombre me reveló.
  • Y predicaré poéticamente tu Sagrada Escritura hasta lo último de la tierra, para que por tu soberana voluntad, oh Rey de reyes, las almas sean gloriosamente salvas.
  •                      Paz de Cristo 

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