Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándole en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
Oh Señor Jesús, eres el único nombre dado a los hombres en el que pueden ser salvos.
Oh Cristo, tu sacrificio perfecto en la cruz del Calvario, nos ha dado vida de eterna salvación,
al perdonar todos nuestros pecados.
Oh Señor Jesucristo, Tú eres la piedra desechada por los edificadores,
que vino a ser cabeza del ángulo.
El Hijo del Hombre, reconcilió con el Padre a todos los pecadores;
pero solo el que creyó en su redención, por la justicia de la fe fue salvo.
Oh Cristo Redentor,
Tú eres el Cordero immolado,
que nos reconciliaste con el Padre;
y te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, por amor.
Sucedió al tercer día de tu sepultura, que con tu muerte venciste al imperio de la muerte, y fuiste el primogénito de los muertos resucitado.
Y Tú, oh Señor, dijiste: La mies es mucha y los obreros pocos ¿a quién enviaré?
Y el que había creído de todo su corazón en el Evangelio, dijo: ¡Heme aquí!
Porque el que se negara asimismo y tomara su cruz y me siguiere por fe,
tendrá su recompensa en la gloria el día del fin.
Momentos antes de su ascensión a los cielos,
el Rey de reyes, dijo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado será salvo; más el que no creyere será condenado.
Oh Señor de señores, es un grandioso privilegio ser atalayas de tu santa salvación.
Porque el que en el Rey de la gloria cree, hasta su máximo delito le ha sido perdonado.
Y Tú, oh Salvador, has dado vida eterna a mi consagrado corazón.
Paz de Cristo
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