Quiero iniciar esta carta, dando todo el protagonismo a la luz y a las tinieblas; porque en esta dicotomía se enmarca la trascendente significación de ser o no ser salvo, es la aprobación o reprobación que Dios hace de nuestra conducta.
El cristiano se sustenta en la verdad, que es la grandiosa excelencia de vivir en Cristo.
Y desde que aceptamos al Rey de reyes, como nuestro Señor y Salvador, estamos siendo evaluados por su Palabra.
Sí, porque la Santa Biblia nos faculta para ser salvos al enfatizar en su máxima obediencia; y debemos ser no sólo oidores, sino hacedores de su texto sagrado.
Porque el Rey de la gloria pesa los corazones, y el fiel de su balanza es el amor.
Anhelamos guardar los mandamientos del Altísimo; pero la indoblegable tibieza, se manifiesta a través de las perniciosas ataduras del ser humano.
El galardón de vida, permanece en la gracia de nuestro Señor Jesucristo, frente a la tenebrosa impiedad de la muerte.
Jesús, dijo: Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni mis caminos vuestros caminos.
En el reconocimiento de esa senda sagrada, se muestran indefectiblemente nuestra salvación o condenación.
Preservad con desvelo el vínculo de la mayor medida de fe, que es el don más precioso dado por Dios. Y aquí, empiezan a confrontarse la misericordia del Todopoderoso, con la ancestral iniquidad del hombre.
Los discípulos preguntaron a Jesús: ¿Como podremos ser salvos? Y Jesús les dijo: La salvacion para el hombre es imposible, mas para Dios todo es posible.
Estas impactantes palabras de Jesús, han de ser la radiante luz celestial que vivifique nuestra fe.
No te apoyes en la egolatría, ni en la idolatría; porque son la antítesis de la verdad, que es Cristo.
Saber lo que le agrada a Dios, puede ser factible para nuestro entendimiento; lo difícil es proscribir la concupiscencia, que al hombre secularmente le ha encadenado. Nuestra acrisolada comprensión en Cristo Jesús, siempre ha sido agraviada por la concupiscencia, es decir el pecado.
Dice la Biblia: Qué el Espíritu es vida, y que la carne para nada aprovecha.
Jesús, dijo: En el mundo tendréis aflicción, pero confiad yo he vencido al mundo.
¡Cristo vive!
Paz de Cristo
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