Dios es el que me ciñe de fuerza, y quien despeja mi camino.
Despues de la tormeta, oh Rey de la gloria, el arco iris nos habla de paz.
Oh Rey de reyes, Tú eres el genuino armisticio,
que nos has dado provisión de la verdad.
Espandirás el reino del Alfa y la Omega,
por las terrenales fortalezas, que han vetado
a los fluctuantes predicadores del Evangelio.
Activa el sobrenatural esfuerzo de tu existencia,
y haz que se levante un oasis, hasta en el más yermo y tenebroso desierto.
Despojaos de toda atadura inservible,
que no sienta la explícita misión que os ha asignado el Señor.
Y mirad con profunda fe al Invisible;
que a través del denuedo de sus aguerridos siervos, anuncia lo que excede de todo conocimiento humano, que es su inconmovible amor.
Si tu mano guía el timón del arado,
no mires atrás.
Porque has de ser de la Palabra, el predicador glorificado,
que más almas, con el bautismo y perdón de pecados, santificarás.
El llamado a evangelizar, oh Salvador Omnipotente,
precisa de una fe ilimitada.
Y ha de estar tu presencia, oh Redentor, siempre presente,
para ser de salvación el alma por el Santo Espíritu quebrantada.
Paz de Cristo
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