Oh Cristo, fuerza y ejército,
no son suficientes para la victoria.
Necesitamos de tu Santo Espíritu,
para poder ver la sagrada gloria.
En cada circunstancia de nuestra vida,
clamamos sin desmayo a lo alto, oh Cristo Jesús.
Para que tu excelsa diestra nos bendiga;
y ser libertados de las tinieblas, que nos apartan de tu sublime luz.
Oh Señor Jesucristo, guárdanos de toda asechanza del maligno;
que nos adula llevándonos por un camino recto, cuando es de muerte.
Pero de gracia recibimos el Evangelio,
que nos da provisión de gozo, para abrir la puerta del cielo y traspasar su umbral solemne.
Oh Cordero inmolado, en la cruz del Calvario,
venciste al imperio de la sórdida muerte, con tu muerte majestuosa.
Y tu poder glorioso, que para el mundo es imaginario;
en el palpitante corazón de tus discipulos es salvación eterna.
Oh Omnipotente Salvador, dispuestos estamos en tu Espíritu, para la más grande batalla,
que nos enfrenta al maléfico hedor de lo letal.
Y, oh Señor Jesús, en tu nombre que es sobre todo nombre, nuestra alma vencerá y será salva,
por la sobrenatural unción del Soberano Señor celestial.
Paz de Cristo
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