El corazón se ha de transformar en la santa pureza de Cristo,
para libertarse de todo oculto pecado.
De gracia ha de estar provisto,
y será por el Señor glorificado.
Tu paso de santidad,
es de una eterna trascendencia.
Porque nada eres sin la Critocéntrica verdad,
que sana toda herida con la unción del cielo de excelencia.
El ideal del alma,
se ha edificado sobre conceptos falsos.
Nunca podremos amar, oh Señor, con los prejuicios de identidad.
Porque para adorar al Rey de reyes, hemos sido creados.
Y para meditar con denuedo, hasta el fin de nuestra existencia en la Palabra de eternidad.
De una consumada metamorfosis depende la salvación.
Del deambular pegados a la tierra, hemos de volar con las alas del viento espiritual.
Oh Señor Jesucristo, los siervos que creemos en tu muerte, sepultura y resurrección,
nos has sellado con la sobrenatural bienaventuranza, de que veremos nuestro nombre escrito en la bóveda celestial.
Permaneced firmes en la fe,
porque sin ella no se puede agradar al Sumo Redentor.
Y si crees en lo que el mundo no ve;
solo te resta poner por obra, la sagrada y victoriosa senda del amor.
Paz de Cristo
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