¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
Somos insaciables en Cristo, nada nos apartará de Él.
Por la invariable firmeza en ti, oh Señor, el alma es honrada,
y revestida de irreprensible fe.
Oh Cristo Jesús, desde antes de la fundación del mundo,
nos concerniste en tu santa voluntad.
Y nuestro espíritu vela, para blindarse ante la asechanza del engañador nauseabundo,
que siempre interfiere desazonando la verdad.
Tenemos absoluta confianza, oh Señor Jesucristo,
en que tu amparo nos asistirá ante las más estremecedoras vicisitudes.
Guiados seremos por el Santo Espíritu,
que nos dará provisión sobrenatural en las inciertas calamidades.
Oh Rey de reyes, Tú viniste a anunciar el Evangelio,
y a redimir con tu muerte de cruz a los pecadores.
Testigos somos de tan excelso privilegio.
Y hasta moriremos, si está en tu eterno propósito, oh Rey de la gloria, siendo tus dignos predicadores.
Nos ceñiremos la coraza de justicia y el yelmo de salvacion,
oh Omnipotente Redentor.
Y haremos real el mediodía en nuestro vivificante corazón,
que busca la salvación, oh Señor de señores, profesandote verdadero amor.
Paz de Cristo
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