Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.
Oh Cristo, Tú eres el alto y sublime que habita la eternidad.
Nada se opone a tus inescrutables designios.
Oh Señor, Tú eres la verdad.
Oh Cristo Jesús, los cielos de los cielos no te pueden contener,
porque eres el Omnipotente.
Y a toda alma que le has dado el don de creer,
vivirá por los siglos; si en tu nombre, oh Señor Jesucristo, ha sido su muerte.
Oh Sumo Hacedor, el espacio del ser creado,
no tiene la percepción sobrenatural de que está bajo el control de tu ubicuidad.
Si hasta sus cabellos has contado;
indubitablemente todos los seres humanos, oh Rey de reyes, somos el epicentro de tu piedad.
Oh Cordero inmolado, Tú eres el primogénito de los muertos resucitados;
porque la inexorable muerte, no te pudo retener.
Y por tu sagrada llaga hemos sido curados.
Y los que tenemos sed de tu presencia, del agua de la vida, podemos gratuitamente beber.
Oh Todopoderoso Redentor, tuyo es el poder y la gloria por la eternidad,
y las tinieblas no prevalecerán sobre tu inconmovible reino.
Tus milagros siguen dando vida y luz, ante la obscura incredulidad;
porque en tu tiempo sin tiempo, se ve lo eterno.
Paz de Cristo
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