Hombre y mujer los creó;
y fueron una sola carne, para dar genuino cumplimiento a la procreación.
Y por el exuberante Edén, el Señor con ellos paseó,
derramando sobre sus vidas una incomparable unción.
De radiante armonía, oh Cristo,
era nuestro hábitat terrenal.
La verdad nos fue concernida por el Santo Espíritu,
que bendecía a la familia desde su bóveda celestial.
Oh Señor Jesucristo, varón y varona, se apartaron de tu sublime bondad,
y su vida se tornó errática.
Advirtieron que en su desnudez, ya no había dignidad,
y cubrieron su alma con el harapiento vestido de la desobediencia séptica.
Y, oh Rey de reyes, padecieron la obscura iniquidad del pecado,
en el devenir de sus circunstancias.
El ser que era bienaventurado,
se vio inmerso en multitud de infructuosas clemencias.
0h Señor de señores, por el pecado original,
fuimos vetados en tu gloria.
Porque fuera del paraíso terrenal,
se desvaneció nuestra postrera victoria.
Blindad vuestra casa,
elevando un gran clamor al Todopoderoso Redentor.
Y sobre todo, preservar a la familia,
con los invulnerables cimientos del eterno amor.
Paz de Cristo
No hay comentarios:
Publicar un comentario