No os unáis en yugo desigual con los incredulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?
Libertaos del inmundo yugo con la unción.
Oh Cristo, las execrables mentiras repruebas,
por incidir en el pensamiento y la intención del corazon.
Oh Cristo Jesús, hacemos votos,
para que tus ojos sean nuestra visión de pureza.
Y que la sana doctrina de nuestros exhortos,
revierta en seguir, oh Rey de reyes, tu angosta vereda.
En el inconverso,
has de instar a tiempo y fuera de tiempo, para que venza su inicua pretensión efímera.
Y hazle entender, que su cuerpo del Señor es templo;
y que le ha sido prestado, para darle a Él toda la gloria.
Qué la diestra del Sumo Formador,
sea el paraíso de immensa belleza, que tus manos toquen.
Y permanecerán asidas al vínculo del amor, porque al morir consagradas en Cristo, por la eternidad viven.
Por tus palabras te condenas o te salvas.
Pueden herir como veneno de serpientes;
o rescatarnos, oh Fiel y Verdadero, del yugo de la insolencia, con las oraciones que deshacen el obscurantismo de las tinieblas,
al haber sepultado las farisaicas abominaciones.
Paz de Cristo
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