Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca halla; y al que llama, se le abrirá.
La Palabra es la espada de dos filos, que penetra hasta partir el alma y el espíritu.
Todos estamos sujetos a su poder, y nada, ni nadie se librará;
porque en el Todopoderoso, se cumplirá nuestro destino.
Ahora bien, nuestra actitud Cristocéntrica,
nos descubrirá un devenir de regocijo en el Rey de reyes y Señor de señores.
Porque has de escudriñar sin desmayo la Sagrada Escritura,
y sometido a su estricta obediencia, recibirás todos sus incomparables bienes.
El Santo Espíritu, nos llevará a toda verdad,
en nuestra santa petición.
Todo lo que pidamos en santidad,
y con la plegaria de un corazón contrito y humillado, nos será concedido por el poder de la oración.
Buscad al Señor,
con la sed del alma desértica.
Y una excelentísima gota de su amor,
será la saciante respuesta.
Vuestra inequívoca llamada de estruendo,
ha de traspasar el umbral de la gloria.
Y ser un incorruptible viento,
que abra, oh Sumo Redentor, tu santísima misericordia.
Paz de Cristo
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