En un gran desierto de desolación,
vaga errático el incierto racionalismo, oh Cristo.
Solo por el sublime poder de la revelación,
hemos sido sellados y llenos del Santo Espíritu.
De forma súbita nos invade el estupor,
al desconocer la sobrenatural circuncisión.
Excede de todo conocimiento el amor,
que dio Vida a nuestro pétreo corazón.
El resplandor de la Verdad,
nos ubicó en el Lugar Santísimo.
Luz de Eternidad,
que es excelsa lámpara a los pies y lumbrera del angosto camino.
Cristo Jesús, dijo: Velad y orad, para no entrar en tentación; el espiritu a la Verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Refugio Santo eres, oh Señor, de toda tempestad.
En tu Diestra, cincelaste nuestro nombre con áureo buril,
para ser siervos de la Sagrada libertad.
Oh Cristo Jesús, en todos los desiertos el maná derramado,
fue la provisión del alma.
Edén del bienaventurado,
que en Santidad a tu Providencia ama.
Paz de Cristo
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