Oh Cristo,
eres compasivo sobre toda tu Creación.
Desde el milenario olivo,
al nimio pensamiento del corazón.
Oh Señor, te agradó que el ser humano
se enseñoreara sobre todo lo creado.
Redimiste su conocimiento profano,
y le diste la Gracia del bienaventurado.
Los ojos del alma viviente,
oh Cristo Jesús, se ven desbordados por tu bóveda Celestial.
A tu perfecta simiente,
le tienes reservado el Eterno secreto, tu Gloria sobrenatural.
Oh Señor Omnisciente, mientras en su insolencia,
el súmmum de lo creado, almacena tesoros en la Tierra.
Se ha desprovisto de su conciencia.
Y un dios se ha dibujado con su soberbia.
Oh Salvador, tus profecías, el hombre, las echó en el olvido, y campa a su suerte por tu prodigioso Cosmos. Y a la final trompeta. Nuestro ser será transformado.
Y lo mortal, en los Santos,
se vestirá de inmortalidad; porque en la Crucifixión de nuestro Señor Jesucristo, tuvimos fe. Y por su muerte y la Preciosa Sangre derramada del Cordero Resucitado,
seremos Glorificados.
Paz de Cristo
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