Oh Cristo, en la penumbra del corazón,
se oculta la carnalidad no redimida.
Te buscaré, oh Señor, con pasión;
y podré ver tu rostro, con la luz del mediodía.
Oh Señor Jesucristo, las muchas aguas,
no me anegarán el alma.
En todas las pruebas,
reconoceré tu Shekina, Luz de Gloria que salva.
Permanecer en tu Paraíso,
oh Señor, nos da protección Eterna.
Nada se escapa al Evangelio.
Y de nuestros hechos, al Rey de reyes, tendremos que dar cuenta.
Velad, para no ser tentados.
Jesucristo, nos enseño su Palabra de Eternidad;
y al someternos a su obediencia,
podremos en el día postrero, por Gracia, ser salvos.
Sí, ni la muerte, ni la vida
te apartan del amor de Jesucristo.
Tu alma será bendecida,
por la Unción del Santo Espíritu.
Paz de Cristo
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