Oh Cristo, en la tortuosa cuesta del monte Calvario,
se conmovió tu corazón.
Y por los pecadores, en tu Sacrificio voluntario,
rogaste al Padre el perdón.
Oh Señor Jesucristo, tu cuerpo expiró,
para expiar nuestro pecado.
El velo del Templo se rasgó,
y al tercer día vimos al Señor Resucitado.
El gozo del Señor
es nuestra fortaleza.
Búscalo con el vínculo del amor,
y verás la Gloria de su certeza.
El don de la fe,
derramado es de Gracia.
Oh Redentor, en tu presencia se ve,
la Eterna Palabra.
La Verdad es Salvación,
para los que desnudan su alma.
Oh Cristo Jesús, tu Sagrada balanza pesa el corazón;
y la puerta angosta de la Eternidad, se abrirá para el que ama.
Paz de Cristo
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