Oh Señor Jesucristo, desde el Trono de la Gracia,
has derramado el Evangelio de Salvación.
De espiritualidad nos sacia,
la Celestial dádiva de tu multiforme don.
Héramos como ovejas erráticas,
de arrogante necedad.
El buen Pastor nos recondujo, dándonos la herencia de sus promesas;
con infalible fidelidad.
La Gracia, solo la concede el Señor,
y obedece a su Soberana Eternidad.
De Gracia recibirás, si tus ofrendas son de amor,
y dan forma a la Verdad.
Oh Señor, tu Preciosa Sangre derramada en el Calvario,
es la mayor manifestación de Gracia.
En un imposible cuestionario,
el gozo de la Redención, nada más ha sido real en el Rey de reyes y Señor de señores; porque para siempre es su Misericordia.
Nadie puede ser salvo por obras;
todo quedaría en un irrealizable proyecto.
Oh Señor Jesús, en la Magnificente Gracia de tus Glorias,
se erige la potestad inconmovible de tu Eterno Cielo.
Paz de Cristo
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