Oh Cristo, tu llamada es Omnipresente,
se enseñorea en la realidad del Universo creado.
Tu voz es persistente;
pero el mundo desoye al Señor Resucitado.
Oh Señor Jesucristo, por la ignominia del ser humano,
no fue menor tu Sacrificio.
Diste tu vida, y nos Redimiste, ante gran escarnio
e hiriente maleficio.
El becerro de oro,
permanece en el corazón de la Humanidad.
Seguimos recibiendo el mana en el desierto, sin darle valor,
oh Señor Jesús, a tu Eternidad.
Oh Cristo Jesús, con aldaba de Gloria
tocas las puertas.
Solo tus escogidas almas merecerán la victoria;
porque en todas tus pruebas, se abrieron paso en las veredas estrechas.
Oh Salvador, tus ovejas obedecen
a la voz de la Salvación.
Es la única que reconocen;
y por su boca siempre hablará la Santidad del corazón.
Paz de Cristo
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