Oh Cristo, no hiciste acepción de personas en tu llamado.
Y despreocupó a las ovejas, que desoyeron intencionadamente tu voz.
A las bodas del hijo del Rey, acudió el bienaventurado;
y dio de Gracia, lo que de ella recibió.
Oh Cristo Jesús, ante tu invitación Santa,
el desdén de la insolente respuesta, te lo ratificaron con despecho.
A cual excusa más vana,
antagónica a tu Salvación, de un mensaje que bajó del Eterno Cielo.
Oh Señor Jesucristo, la Gloriosa sabiduría,
prescinde de todo bien material.
Habrá mayor osadía,
que el inicuo desprecio del tesoro Celestial.
No faltó el apóstata intruso,
que dejó ver su tibieza indiferente, oh Rey de reyes.
Y atado de pies y manos, a las tinieblas se le dispuso;
allí será el lloro y el crujir de dientes.
Oh Señor de señores, Tú conoces del corazón,
la intención y el pensamiento.
Derramada es sobre toda carne tu Unción.
Del Universo, oh Todopoderoso, eres el único Fundamento.
Paz de Cristo
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